Aconteceres: Dos alas

Escrito por el 23 de enero de 2025

Por María de Bernal

Que si te doy para que me des, que si invierto para que me regales, que si cuánto voy a ganar con esto, que si yo pongo más que tú, que si mis expectativas son muy altas, que si nada te parece suficiente, que si no tengo llenadera, en fin. Tal parece que ahora las relaciones humanas tienen que ver más con lo económico que con lo humano, cuenta más el dinero que el amor, es más importante mi apariencia parecida a la de la modelo más famosa que mi corazón hecho para amar. Y así vamos, en medio de un bombardeo brutal de consumismo y banalidades que nos impiden ver lo esencial, lo más verdadero, lo que me puede llenar la vida.

Con estos criterios, todo nuestro quehacer se convierte en un permanente cálculo, una inacabable contabilidad, un comercio continuado, un tráfico de inversiones o transacciones que poco o nada tienen que ver con el anhelo más profundo de todo corazón humano y quienes así viven se van convirtiendo, poco a poco, en seres humanos lastimados, dueños de corazones endurecidos y con una particular ceguera que les distorsiona la verdadera imagen de quien tienen enfrente. Los varones sólo son proveedores de bienes y servicios y las mujeres se convierten en muñecas interesadas. Todo gira en torno al tener y cuando esto disminuye o se acaba, se termina la relación. Una relación que, de hecho, nunca tuvo sustento real.

Hay quien dice que esta situación es el resultado del feminismo radical que estamos viviendo, puede ser. El problema es que tanto ellos como ellas han acabado por devaluarse mutuamente, pretendiendo que el otro sea lo que no es y cosificándose unos a otros en lo que parece ser un concurso de errores y falsedades muy dañinas. Hace falta resetear nuestra visión, nuestra conciencia, nuestra inteligencia para ubicar otra vez todo en su justo lugar y retomar el deleite de la diferencia, sin intereses mezquinos, sin competencia desigual, con el verdadero orgullo de ser quien se es y de amar la propia humanidad tal cual.

En programas anteriores hemos dicho que la humanidad es un ave con dos alas, lo femenino y lo masculino, indispensables las dos. Si falla una, el ave no puede volar bien, pero si las dos están lastimadas, la cuestión se hace mucho más difícil, y, simplemente, la humanidad se estanca y empezará a languidecer lentamente en perjuicio de todos. De otra manera, esta ave llamada humanidad volará, gracias a sus dos alas, hasta alturas insospechadas de grandeza, de belleza, de plenitud.


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