Aconteceres: Réquiem por Michoacán
Escrito por Radio Mejor el 21 de octubre de 2024
Por María de Bernal
Poco a poco se va extendiendo a lo largo de nuestro México esta locura que es el mayor genocidio visto en la historia de la humanidad. El aborto provocado que elimina vidas inocentes de maneras sanguinarias y muy crueles es ahora el motivo de festejo por parte de servidores públicos encabezados por el gobernador del Estado y grupos de feministas radicales y fanáticas. El primer derecho defendido en nuestra Constitución, la vida, es pisoteado impunemente al legalizar y despenalizar un acto que, de suyo, es un crimen. Si se puede eliminar al ser más vulnerable y desprotegido que existe, un niño no nacido, pues nadie está seguro ya. Así que, con este decreto, podemos afirmar que la ola de violencia que estamos viviendo se va a potenciar sin límites. Ojalá me equivoque.
Este decreto sugiere el uso de los hospitales del Estado para este fin y se menciona el aborto como un asunto de salud pública.
Inconcebible que un lugar al que llegan dos personas vivas, al cabo de unas horas, salga una viva y otra muerta. ¿De qué salud estamos hablando? Porque, además, la viva llega a tener secuelas importantes en lo físico, en lo emocional, en lo psicológico, en lo social y en lo espiritual. De verdad, ¿a esto se le puede llamar salud?
Y el costo para el Estado será enorme. Me parece que estos recursos serían muy bien aprovechados implementando programas de verdadera protección a mujeres en estado vulnerable, mejorando las condiciones laborales para las mujeres embarazadas, ofreciendo condiciones favorables para ellas y sus bebés durante el embarazo y el primer año de vida, así como programas de formación humana para jóvenes varones que les muestren el valor de su virilidad y de su responsabilidad procreadora.
El abandono, la pobreza, la edad, la situación familiar o laboral, la incapacidad física o mental no debieran ser causales de aborto en un país como el nuestro, fraterno y generoso.
Lo sucedido hace unos días en el Congreso del Estado no es más que una muestra de la imposición arbitraria y autoritaria de una ideología, que necesariamente responde a jugosas remesas económicas y a una servil adhesión a la agenda 20-30, por encima, claro está, de lo verdaderamente legal, por encima del bien común, por encima del respeto auténtico a la vida. Porque no olvidemos, que no todo lo que es legal es honesto. Y en esto estamos, porque tristemente, “cartera mata conciencia”.