Aconteceres: Propio o ajeno

Escrito por el 31 de octubre de 2024

Por María de Bernal

Entre tradiciones propias y ajenas se nos presenta el próximo fin de semana. En diferentes lugares, nos encontramos adornos que nos recuerdan esta celebración del llamado Halloween, adornos que son más bien aterradores, que se supone que para eso son, telarañas gigantes, tarántulas, fantasmas, cadáveres ambulantes, zombies, apuñalados, sangre, duendes, brujas y demás horrores. Todo un culto a la fealdad. Es una tradición anglosajona que nada tiene que ver con nosotros, salvo la mercadotecnia que la promueve y que nos viene de nuestros vecinos del norte.

Casi en paralelo, empezamos a ver la invasión de cempasúchil de todos tamaños, con su brillante color tan particular, las banderitas de papel picado, las calaveritas de azúcar, las famosas catrinas, los adornos en los cementerios y en los templos con los arcos de flores preciosamente elaborados. En nuestro estado, la celebración del día de muertos es una fiesta llena de colorido, música, alegría en que las tradiciones son recuerdos de los que se nos adelantaron en el camino de la vida y nos vestimos de cariño y añoranza para hablar de ellos y las anécdotas de sus vidas que llenaron de riqueza la nuestra.

Me da gusto hacer mío un texto que me llegó hace unos días y me da gusto, también, compartirlo con ustedes; dice así:

Se me va poblando el cielo de rostros y corazones,
se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.

No es ya un extraño país lejano en el horizonte,
es cita donde me aguardan pupilas que me conocen,
labios que me dieron besos, pieles que llevan mis roces.

Se me va poblando el cielo de rostros y corazones,
de gestos ya conocidos de amor, de abrazos que acogen,
en los que revivir puedo amadas palpitaciones
y tantos y tantos sueños que aguardan consumaciones.

Se me va poblando el cielo de rostros y corazones:
me gusta saber que Dios prepara para los hombres
paraísos que permiten recuperar los adioses.

Allí se me van llegando uno a uno mis amores,
con besos silenciosos que tendrán resurrecciones.
Se me va poblando el cielo de rostros y corazones
y se va volviendo mi hogar, llenándoseme de nombres.
(Un monje cartujo)

Junto con todos los santos, el día anterior, festejemos a nuestros queridos difuntos con el recuerdo henchido de ternura y nostalgia, alegría y llanto, gozo y esperanza, con la plena seguridad de que algún día nos volveremos a encontrar ahí donde no hay tiempo, sólo eternidad.


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