Aconteceres: Mi bandera

Por María de Bernal

Una emoción muy especial nos puede embargar cuando vemos nuestra bandera ondear en algún horizonte cotidiano. Desde niños nos enseñaron a honrarla en aquellas ceremonias de los lunes en la escuela durante todo el tiempo de nuestra educación básica. Saludarla, cantar el Himno Nacional, despedirla después, era un acto solemne con lo que iniciábamos la semana de labores escolares. Y aprendimos a quererla y respetarla dondequiera que estuviéramos. Recitábamos, también, esa poesía muy corta pero cargada de contenido patriótico: ¡Bandera de México!, legado de nuestros héroes símbolo de la unidad de nuestros padres y de nuestros hermanos, te prometemos ser siempre fieles a los principios de libertad y justicia que hacen de nuestra Patria la nación independiente, humana y generosa a la que entregamos nuestra existencia.

Siempre me ha encantado el simbolismo de nuestra bandera, por sus colores, primero, pero también por el escudo que va en el centro, cargado de historia y de tradición. Según cuenta la leyenda, los mexica, hace muchos siglos, iban buscando el lugar ideal para habitar y construir su residencia permanente. Seguían el mandato de los dioses que habían dicho que donde hallaran un águila parada sobre un nopal y devorando una serpiente sería el lugar exacto. Así nació la gran Tenochtitlan, que sería la sede del imperio azteca. Esta imagen se ha convertido en el Escudo Nacional, que aparece en toda bandera mexicana y, desde luego, en todas las monedas que en México circulan así como en los billetes, en los documentos oficiales y en las actas de todo tipo.

Y están los colores, con su rico simbolismo que ha ido cambiando según la historia, pero podemos juntarlos y resultan de una gran riqueza. Sabemos que el verde significó la independencia de España y después la esperanza para los habitantes del país, el blanco significó la religión católica y la pureza de los ideales del pueblo, y después, la unidad; y el rojo, la unión de europeos y mexicanos y después, la sangre derramada por los héroes nacionales. Nuestra bandera nos da identidad y no podemos traicionarla. Nos toca ser unidos, tener altos ideales, vivir de acuerdo a valores de primera, amar a nuestros compatriotas y luchar por una mejor nación.

Podemos, pues, honrar a nuestra bandera con nuestra conducta, donde quiera que estemos, siendo mexicanos de una pieza, ciudadanos valiosos para nuestra familia, nuestra comunidad, nuestro amado país, México.