Aconteceres: Amigos
Escrito por Radio Mejor el 14 de febrero de 2025
Por María de Bernal
Muchas veces nos preguntamos a lo largo de la vida cuáles son los valores que nos impulsan a actuar, o por qué hacemos lo que hacemos, o simplemente qué o quién nos impulsa a ser quienes somos o quién tiene influencia en mi vida y por qué. Son preguntas muy válidas que nos acompañan en nuestro caminar, marcándonos como señales para una caminata feliz o para sortear certeramente algún obstáculo o para ver, admirar y contemplar paisajes que no habíamos advertido o para aliviar algún contratiempo o para deleitarnos por alguna novedad afortunada.
No podemos dudar que muchas respuestas a estas preguntas se reducen a una sola palabra: amigos.
En esto de la amistad podríamos hablar de dos realidades diferentes, pero íntimamente ligadas entre sí. Veamos. Una cosa es tener amigos y otra muy distinta pero inseparable y paralela es ser amigo.
Vamos por partes. ¿A quién llamo amigo? son mis amigos, por ejemplo, mis compañeros de trabajo que saben mucho de mi vida, que comparten mis inquietudes y mis miedos, que me felicitan por mis logros y éxitos, con los que organizo convivencias de vez en cuando fuera del ambiente de trabajo. Tenemos experiencias similares y nos ayudamos unos a otros a resolver las dificultades que podamos enfrentar alguna vez.
Sabemos que la familia no se escoge, es verdad. Pero hay quienes tienen la fortuna de hacer de un familiar, -llámese hermano, primo, tío- un amigo querido, alguien con quien se puede compartir la propia intimidad, que puede conocer nuestro interior sin criticar ni juzgar, alguien que simplemente comparte, que está cuando lo necesitas, que te comprende aun sin palabras, con sólo un gesto de tu rostro o de una mano. Bueno, primero se es hermano, pero qué dicha si con el transcurrir de la vida este hermano mío se convierte en mi mejor amigo, en el más amplio sentido de la palabra y sin dejar de ser hermano.
Hay hijos que sin perder de vista la autoridad, el sentido de jerarquía y el respeto, han logrado construir una verdadera amistad con sus papás. Dichosos ellos, porque el beneficio se duplica cuando el amigo en cuestión tiene toda la experiencia del mundo y además me tiene un cariño y un afecto que nadie más me podrá tener.
Hay quienes dicen tener miles de amigos por las redes sociales. Me reservo el privilegio de la duda. En realidad, puedes hablar de miles de inscritos en tus redes, pero la verdad es que no les conoces de nada, porque incluso el perfil que ingresan puede ser una lista de datos falsos o fotos maquilladas con lo que resulta una mentira lo que ahí encuentras y creo yo que nadie, en su sano juicio puede llamar amigo a un mentira. Conocidos sí, montones. Pero a ninguno de ellos le confiarías tu vida si fuera necesario, ¿verdad?
Hay otra clase de amigos, entrañables para nosotros los creyentes. Mira, por ejemplo, desde pequeñito te enseñaron a hablar con tu ángel de la guarda y encargarle tus asuntos cotidianos, a hablar con tu Madre del cielo y decirle cuánto la quieres, a dar las buenas noches al Padre bueno del cielo y pedirle que proteja a tus papás y hermanos. De mayores, la amistad se pudo hacer más fuerte y más intensa, hablar con Dios se hizo un hábito que no se puede ya romper y llegas a considerarlo tu mejor Amigo.
Está ahora la otra realidad, ser amigo. Quizá valdría la pena hacer un breve viaje al propio interior para averiguar qué clase de amigo soy. Nos podemos plantear preguntas muy puntuales y responderlas con honestidad, claro. (Aquí me permito un paréntesis, si eres honesto tendrás pocos amigos, pero serán los correctos). Las preguntas serían: ¿eres incondicional o tu amistad depende de lo que el otro te da? ¿tu amistad busca el bien de tu amigo, le hace crecer? ¿invitas a tus amigos a crear la mejor versión de sí mismos, siendo hoy mejor que ayer? ¿hablas con la verdad, aunque no les guste, o prefieres ser complaciente, aunque hagas daño?
En este mes de febrero, llamado el mes de la amistad, no perdamos de vista lo que dice alguien por ahí: “Quien encuentra un amigo, encuentra un tesoro”. Cuidemos nuestro tesoro con cariño, con afecto profundo y también con esfuerzo y con ganas de ser el amigo de verdad que todos necesitamos.